ACEC

Associació Cultural Ecológista de Calp

«Todo por la Manzanera pero sin la manzanera»

Nos dicen que llueve

Lo que fue la máxima exponente del despotismo ilustrado justifica en Calp la obstinación de Juan Manuel del Pino para sus intervenciones en la Manzanera.

La tarea de salvar un vestigio arquitectónico puede tener motivaciones honorables, pero cuando estas no se explican demasiado bien, sin ejercer la transparencia ni la participación, dan lugar a conjeturas, relatos paralelos y coincidencias incomodas. Los enfrentamientos groseros al vecindario, tampoco han ayudado.

Tal es el caso del «club Social», un pedazo de la historia reciente de Calp, sí, pero con reparos. A parte de que Calp cuenta con infinidad de elementos protegibles que se ignoran sistemáticamentes por el equipo de gobierno, acumulamos en el proyecto «estrella» una serie de iregularidades, medias verdades y engañifas, que harían sonrojar hasta a los cabecillasde Gürtel o Brugal.

La densidad de políticos Populares en la zona, ¿Factor decisivo?

Habría que analizar en conjunto todas las intervenciones que ha realizado el PP en la zona Manzanera, partida, por cierto, que acumula una gran densidad de propietarios de dicho partido político. hay que reconocer que las primeras piedras del proyecto fueron puestas por César Sánchez, actualmente portavoz del PP nacional para medio ambiente (no es broma). En su día andaba muy interesado en participar de la licitación (ahora fallida) del Puerto Blanco, con planes megalómanos de llenar aquello de establecimientos de lujo y enlazarlo con el recinto de la Manzanera, cuyo germen se gestó por esas fechas. Todo ello con constantes planes de asfaltado, en detrimento de otras zonas de Calp con menos densidad popular entre sus habitantes. Hasta ahí la introducción y perspectiva sobre el plan global.

En los años del PP se concentran esfuerzos por unificar la zona y convertirla en un circuito con bares y restaurantes selectos, pese a la protección medioambiental y la legislación vigente.

Con la irrupción del Anasalato, el durmiente proyecto del «club social la Manzanera» adquirió peso, junto a la aparición incansable de la Muralla Roja en redes sociales, anuncios de televisión o videojuegos. No solo se revivió este proyecto, también lo hizo la obstinación de reiniciar la denominación de Bien de Interés Cultural BIC, de estas viviendas. El pasado verano la junta de vecinos votó por un 98% una la oposición a esta declaración, pero el Ayuntamiento, ere que ere. A todo esto se suma, la repentina obsesión por las parcelas a y a’, (ver infografía la última zona verde de la partida) que el ayuntamiento con extraño afán se declara en proteger. Al mismo tiempo, con menos bombo, iniciaban los expedientes de expropiación forzosa de la plaza colindante a la Muralla Roja. El drama esta servido y la imagen se va completando. Sin olvidar la primera acción de gobierno, la suspensión de licencias en la Partida Manzanera, provocando a día de hoy, más lío que beneficio. ¿Habrá acaso algo de verdad en el gran proyecto que enlazaría el Puerto Blanco con la Manzanera? Júzguelo la ciudadanía.

Haciendo un paréntesis reflexivo, es curioso observar la extrema valentía con la que enfrenta, de forma verbal y administrativa, el equipo de gobierno a los vecinos de la Muralla Roja, mientras que en otra parte del municipio, retrasa con cobardía la recalificiación de los terrenos del Pla de Feliu, ya que esto generaría malestar a un grupo de especuladores que perderían con la operación. Todo esto en nombre del interés público. Un preocupante show de la asimetría social imperante a la hora de tomar decisiones políticas.

La trayectoria errática del Club social ¿Falta de explicaciones o de liderazgo?

Volviendo al club social, conviene hacer un poco de memoria. Ya en 2015 había sobre la mesa un informe y una legislación que prohibía determinadas actuaciones en las que el ayuntamiento ha insistido. Lámina de agua, Espacio Natura 2000, vermétidos y cambio climático. Inclusos los redactores del proyecto, que hicieron caja igualmente, ya advertían alguno de estos impedimentos. No obstante el Ayuntamiento siguió adelante.

Cuando la licitación otorgada (de aquella manera) por costas estaba a punto de expirar, al Ayuntamiento no se le ocurre otra cosa que licitar de manera urgente las obras, quedando estas adjudicadas a una (discutible) unión temporal de empresas. Un trámite para poder renovar la licitación de costas (el permiso para explotar y obrar en territorio costero). Pero una vez prolongado la licitación, solo unos meses después, el Ayuntamiento renuncia a la licitación, con el fin de reiniciarla, es decir, pedirla otra vez, pero bien….

En todo esto, con la renuncia del Ayuntamiento, Costas, que adjudicó (en tiempos del PP en la Generalitat) se frota las manos por librarse del marrón que había avalado en un inicio. Ahora el Ayuntamiento pediría de nuevo el proyecto contemplando las limitaciones (que ya existian en el 2015) y cumpliendo la legislación.

Curiosamente, los impedimentos para llevar a cabo las Obras de rehabilitación del Club Social ya existían cuando se presentó la solicitud inicial para la concesión a Costas

Ahora la respuesta de Costas es diferente, se ponen serios, ni hay un proyecto para la utilización del espacio que el Ayuntamiento pretende rehabilitar, ni es remotamente accesible, y para nada se tragan que sea una obra económicamente sostenible (el Ayuntamiento pretendía, según su informe, amortizar la inversión de 1.125.507,27 €, vendiendo cafes durante 30 años). El proyecto no se tiene en pie.

El Ayuntamiento se queda pues con una licitación de 1.125.507,27 €, adjudicada sin haber contado con un obligatorio estudio de impacto ecológico. Éste se realiza más tarde y revela que gran parte de lo presupuestado no se puede hacer, caen del proyecto la pasarela, la regeneración costera y la escollera. Pero según el concejal del Pino, el proyecto cercenado seguiría costando lo mismo. No mencionaremos, por respeto al lector, el tema del ascensor que se quería instalar en la ladera…

Pese a que se quedan fuera, por imperativo legal, muchos elementos principales, el proyecto seguiría costando lo mismo.

¿Y al final, qué queda?

Debe ser sorprendente para cualquier persona ajena, escuchar el testimonio cambiante del equipo de gobierno, incluyendo sus patinazos, omisiones y medias verdades. Sobre todo cuando todo el proyecto carece de finalidad explicable más allá de salvaguardar una obra de referencia que fue abandonada en su día por suponer una carga económica a las comunidades que la mantenían. Ver como todo un Ayuntamiento compromete cifras astronómicas sin tener los informes que lo permitan. De como se realizan una serie de acciones sin contar con la opinión vecinal, técnica ni ciudadana. Y sobre todo, ese despotismo ilustrado e soberbio del que se engalanan en sus manifestaciones públicas alcaldesa y concejal. Demasiado proyecto para tan poca explicación.