El club social de la Manzanera fue uno de los inexplicables caprichos de César Sánchez, hoy heredado por la muleta naranja de su sucesora, Ana Sala.
Los antecedentes de la historia
En 2013, por acuerdo plenario, César Sánchez decide impulsar en nombramiento de BIC (Bien de Interés Cultural) del complejo situado en la Manzanera: El edificio de la muralla Roja, el edificio Xanadú…. y el Club social, situado en la costa subyacente y en estado de ruina.
El acuerdo de iniciar el BIC inicialmente no contaba con el beneplácito de los vecinos ni mucho menos del propio arquitecto Bofill. Una posible explicación del arranque cultural y proteccionista del entonces alcalde sería que con la declaración de BIC (o al menos con el inicio de este expediente por medio de la solicitud hecha unilateralmente desde el ayuntamiento) podrían paralizar la inminente demolición de las ruinas del Club Social que pretendía emprender el Ministerio de Costas.
Curiosamente, la Consellería de Cultura acredita no haber recibido documentación del ayuntamiento hasta el año 2016, y hasta el 2020 no se formula ninguna petición expresa del procedimiento de BIC, mucha prisa o interés no tendrían.
Empieza la pillería…y el pillaje
Una vez construido un expediente creíble para la denominación de BIC con informes externos, exclusivamente arquitectónicos y de pago, se elevó la solicitud a la Consellería de Patrimonio. Llama la atención el hecho de que se prescindió de los arquitectos municipales, del Instituto de Estudios calpinos u otras instituciones calpinas para justificar el presunto interés social, necesario para declarar un bien de Interés Cultural.
Con el acuse de recibo en la mano, César Sánchez solicitó la paralización al Ministerio de Costas, alegando un interés sociocultural construido por el mismo, ahora había que decirle Costas qué iba a hacer el Ayuntamiento con el ruinoso Club Social, aquí es donde empieza el pillaje.
Poco a poco, ese mismo año (2013), se fue agotando el presupuesto municipal en informes externos, unos 43.499 euros fueron fluyendo de las arcas municipales a manos de «amiguetes» vinculados al Partido Popular y al mismo César Sánchez.
El primer paquete de 7.441 euros fueron a parar a Ágora Arquitectos, dónde trabajaba la misma esposa de César Sánchez junto al concejal Paco Cabrera, todo ello para proyectar una estación náutica en el ruinoso Club Social, opción que se descartó posteriormente (pese a haber pagado por ello). Viendo la facilidad para destinar dinero público a los «amiguetes» el asunto fue escalando, el siguiente paquete de dinero público, 14.278 euros fueron a parar al mismo despacho, Ágora Arquitectos, para componer el proyecto de restauración (vigente hoy en día). Hay quien piensa que el dinero público no es de nadie, por ello se encargó un tercer proyecto, esta vez por la friolera cantidad de 21.780 euros. Ocurre que ante la importancia de la cantidad hubo que «montar» un concurso público para adjudicar el contrato. Esta vez, parea justificar una obra que nada tenía que ver con la reforma del Club Social, una pasarela de hormigón que transcurría por 100 metros de costa virgen y que tendría como objetivo hacer accesible el futuro restaurante para las masas. Esta vez, el titular de Ágora Arquitectos también se presenta a la licitación pública, aunque se desconoce si es para cubrir el expediente y dar apariencia de legalidad aumentando la concurrencia. El trabajo solicitado no es del área de experiencia del concursante, además acaba sobrepujado (escasamente) a la baja por la empresa ganadora.
La empresa adjudicataria acaba siendo Novation Urbana, su titular José Ramón García Pastor (hijo del que fuera conseller con el PP de Infraestructuras con Eduardo Zaplana y presidente de FGV entre los años 1997 y 2007) ha saltado recientemente a los titulares por haber facturado unos dos millones de euros en concepto de consultoría a través de un entramado de empresas a su nombre.
Curiosidades finales
Una vez aportado los proyectos a Costas, se cumplirian los trámites necesarios para a) motivar un interés social (la simple petición de BIC
de 2014 , que no fue tal, ya que no se formalizó hasta 2020 ) y b) un proyecto municipal para la rehabilitación del Club Social. Los informes externos que los calpino pagamos bien pagados.
Tanto la solicitud del BIC, como la solicitud de ocupación del dominio público terrestre, tuvieron un trámite de participación ciudadana, como mínimo, discutible.
Tanto desde el ministerio como por parte de Consellería se advierte en repetidas ocasiones la necesidad de informes de evaluación impacto medioambiental. En casí diez años del proyecto no se ha pedido informe medioambiental ninguno, y no ha sido hasta la semana pasada que se han solicitado. Se evidencia una escasa preocupación del entorno que es palmaria.
César Sánchez es actualmente diputado nacional y miembro de la comisión de Medio Ambiente por el Partido Popular. Saquen sus propias conclusiones del enfoque que se aplica al Medio Ambiente.
Conclusiones
En el proyecto, que podría ser interesante en sí, no se observa diligencia ni afán más allá de las fases en las que se reparte dinero público para informes externos. Informes que acaban en manos de empresas particulares claramente vinculados al Partido Popular.
El entramado de pillería y el desinterés en los trámites necesarios marcan en proyecto bajo la sospecha de otro «negociete oportunista» más de la época de César Sánchez. La incompetencia y/o desidia con la que se han realizado la multitud de trámites dejan entrever un escaso interés más allá de hacer caja o la foto promocional. Actualmente se ha resucitado el proyecto ante el permiso del estado de central de utilizar el remanente de tesorería (inicialmente previsto para atajar la emergencia social). Pretenden adjudicar una obra de 1.125.000 euros con prisas y sin las preceptivas evaluaciones medioambientales. Resulta obsceno invertir ese dinero público en plena crisis sanitario social y con la población cerrando las persianas, en un restaurante con 10 mesas.
Si quieren un Club Social que lo construyan en el Puerto Blanco o en otro sitio, los planos ya los tienen. La Cala virgen de la Manzanera alberga demasiado valor medioambiental irremplazable como para ponerlo en juego a la ligera por hacer caja o hacerse la foto.