No es la novela de John Grisham, pero la trama que hay detrás es casi tan enorme como los intereses urbanísticos que la sostienen.
Si miramos atrás, podemos encontrar en los medios el primer desencadenante de esta historia. En 2020, el partido Compromís elevó a pleno un informe que elaboraron —pagándolo de su bolsillo— para evidenciar que en Calp había una cantidad de terreno, unos 350.000 m², que dormía «el sueño de los justos»: sin construir, sin recalificar y sin aparente utilidad social. Este informe ponía de manifiesto que esos terrenos se compraron como suelo rústico, el más barato y menos urbanizable de las calificaciones, y que, claramente dependia de la voluntad política convertirlo en urbanizable o verde.
Pero, ¿por qué no se hizo nada durante tantos años? Al parecer, los propietarios apartaron esos pedazos de terreno para futuros proyectos urbanísticos más provechosos —algunos megalómanos, pero todos rentables. Está claro que, para materializar esa expectativa de urbanización, necesitaban aliados en el Ayuntamiento. Y, aun teniéndolos, no hicieron nada. No era el momento, y la fortuna no espera.
Así fué, los ciclos electorales y económicos pasan rápido. El tiempo avanza, el terreno se hace cada vez más escaso, las expectativas de ganancias crecían con la bonanza económica, los proyectos urbanísticos afloraban por todas partes y la proliferación de grúas seducía a unos y otros.
En perspectiva, resulta que, de alguna manera, esas expectativas de cementar los 350.000 metros cuadrados terminaron por hacer saltar por los aires a dos de los grandes partidos del municipio.
La primera historia es pública y notoria
Durante los meses previos a las últimas elecciones, vimos cómo el PP, de forma exagerada —incluso grosera—, apartó a su candidata del puesto. Primero se insinuó el motivo —que, además de ser personal, podía esconder alguna trapacería política como las que hemos visto en los últimos años—. Después, se dijo claramente: «Las decisiones sobre el urbanismo quitan y ponen alcaldes». Y sabemos que no es la primera vez.
Hemos oído hablar de varios proyectos, incluso vimos al otrora presidente de la Diputación de Alicante alabando el golf y prometiendo traer un campo a Calp. En pasadas elecciones, varios propietarios mostraron su cariño a los populares en forma de locales, apoyos festivos o incluso cálidos abrazos.
De todas estas disputas, surgió un nuevo partido que, hasta hoy, ha mantenido la voluntad de recuperar estos terrenos para uso y disfrute de los calpinos. El PP vio sus intereses dinamitados, pero no fueron los únicos.
El otro peligro persistía en la sombra
Después de las elecciones, con los intereses expuestos, seguía existiendo el riesgo de que los populares, de alguna manera, llegaran al poder y cumplieran sus promesas de urbanizar la zona —eso sí, siempre en la sombra, nunca de frente.
Así fue como el segundo partido de Calp también recibió presiones para que aquel pacto que se estaba fraguando no llegara a materializarse. Nadie ha sido ajeno a los rumor callejero, la cacería en redes, al fingido descontento, o a los artículos difamatorios de quienes, en tiempos pasados, quisieron urbanizar la ladera del Peñón o pedir 40.000.000 de pesetas a sus socios de gobierno. Habia que desestabilizar el futuro pacto, deslegitimando a los 3 concejales socialistas a cualquier precio.
Sí, a pesar de que el pacto contara con el visto bueno de las jerarquías superiores (incluyendo la ejecutiva local), se armó un guirigay mediático con el único fin de debilitar a los candidatos del PSOE para que no formaran gobierno con el nuevo partido y Compromís.
«No votéis a Ana, que gobierne el PP; ya haréis una moción de censura cuando sea» eran los argumentos de los fontaneros socialistas, afortunadamente ignorados. Demostrando con estupor que en todas las grandes cocinas políticas calpinas se cocían habas, y que además, los cocineros acaban siendo los mismos.
«D15» El informe se materializa
Ahora, el informe presentado por Compromís se ha concretado en la modificación D15 del Plan General de Ordenación Urbana de Calp. Sin duda, es una buena noticia que el martes 8 de julio llegará a pleno y desenmascarará a muchas personas.
Veremos el resultado, a treves de los votos, desde los concejales populares que han «guardado la ropa» con abstenciones, pasando por los otros dos —el único partido que ha emitido votos negativos—. Aquí hay que recordar que el voto negativo es una fisura que posibilita abrir vías judiciales a los propietarios. Tan obsceno que quizás esté remunerado.
Las versiones que querran vender los detractores serán diversas: «Mucho dinero, incertidumbre, mejor construir, generar trabajo…», mientras en las redes sociales, las barras de bar virtuales, las otras alternativas opinaran, callaran o directamente recurriran al insulto.
El caso es que, ante la escasez de terreno y la poca planificación pensando en los futuros calpinos, esos 350.000 m² darán aire a las necesidades lúdicas, deportivas y verdes del municipio. La batalla por el pulmón verde no es solo por árboles y tierra, sino por el derecho a decidir qué ciudad queremos heredar. Proteger el Pla de Feliu es una batalla contra la codicia, el cortoplacismo y el olvido de quienes vendrán después
El precio estipulado, que difícilmente se apartará de las decisiones judiciales, es una bicoca comparado con el bienestar que puede generar. El tripartito demuestra que hasta las batallas imposibles se ganan con voluntad política y presión social. El Pla de Feliu ya no es un sueño: es una trinchera. Y de ahí, no nos debemos mover.
BREVE RESUMEN DEL IMPACTO MEDIÁTICO 2020 2025 DEL PULMÓN VERDE
https://lamarina.eldiario.es/2024/10/31/pulmon-verde-calpe-construccion
https://lamarina.eldiario.es/2024/11/02/pulmon-verde-calpe-victoria-hormigon-especulacion
https://lamarina.eldiario.es/2024/11/07/expropiacion-pulmon-verde-calpe-millones