ACEC

Associació Cultural Ecológista de Calp

¿Da el turismo la felicidad?

Estos días hemos visto una curiosa reaparición, la del Proyecto «Colossus». Aquel infame hotel coronado por dos torres de 35 alturas que se erigía sobre un zócalo enorme, el mismo que ahora pretende ser un palacio de congresos. La historia del proyecto camina paralela a la de la corrupción paisajístico-urbanística del municipio calpino.

Se podría empezar parafraseando el subtitular que acompañaba un artículo sobre los municipios más ricos y los más pobres de la comarca de la Marina Alta. ¿Da el turismo la felicidad?. Calp, con una renta media por persona por debajo de los 8000 euros, demostraba que pese a ser uno de los destinos turísticos mas prestigiosos de la Comunitat, que el principal motor económico no garantiza un poder adquisitivo alto. En el fondo de la cuestión titular -Sí que la da- pero a los de siempre, pocos y cobardes. Y con este escenario, la sostenibilidad medioambiental, el ecosistema socioeconómico, y sobre todo, la sociedad calpina, acaban perdiendo.

Los publireportajes emitidos sobre el turismo de congresos evitan mostrar el monstruoso alcance del mamotreto de 35 alturas.

Un poco de historia

El proyecto en sí, los primeros planos del mismo, que datan del año 2007, propiciaron lo que se conoce como «la «interpretación número 2 del PGOU«. Un endemismo jurídico del municipio calpino que elimina el tope del 20% para la bonificación hotelera. El mismo arquitecto que firmaba esos planos iniciales que permitieron el acuerdo plenario que dio lugar a la «interpretación número 2 del PGOU«, formó parte preponderante del equipo de gobierno (del Partido Popular) que aprobó en 2017 la licencia del Proyecto «Colossus«. La concejal de urbanismo en ese momento no fue otra que, una más joven, Ana Sala. Esta historia está llena de casualidades. Cabe remarcar que en el proyecto que se aprobó en el año 2017 no hay cambios con el que se presenta en 2008, únicamente, cambia la firma del arquitecto. Imaginemos que fue para no herir susceptibilidades jurídicas y/o penales.

El mismo arquitecto que firmaba esos planos iniciales que permitieron el acuerdo plenario que dio lugar a la «interpretación número 2 del PGOU«, formó parte preponderante del equipo de gobierno (del Partido Popular) que aprobó en 2017 la licencia del Proyecto «Colossus».

La bonificación hotelera es una política que pretendía estimular la construcción de hoteles de 4 y 5 estrellas en el municipio. Con ese fin, desde las administraciones se eximia del computo de edificabilidad las zonas comunes y las de servicio. En la práctica, ha fomentado no solo la construcción de hoteles, sino también la picaresca empresarial. En unos casos las plantas bajas se dedicaban a gimnasios, spas y/o supermercados, haciendo que estos espacios no contabilizaran como volumen construido, permitiendo hacer más habitaciones, más alturas, y con ello, más destrozo paisajístico. En otros casos, se generaba un enorme zócalo destinado a salas polivalentes para turismo congresual.
Retrato de la infame interpretación número 2 del PGOU, tan corta como nociva.

La infame «interpretación número 2 del PGOU» se quedó sin utilizar durante muchos años, la crisis del 2008 asusto al capital y evitó que se financiaran este tipo de promociones urbanísticas un tanto grotescas. En el año 2017 el mercado se recuperaba, y con ello los proyectos hoteleros. Al final, no será primer grupo hotelero calpino el que emprenda la aventura de construir una mega estructura basándose en esta torticera interpretación del PGOU, es el segundo. Así es como nace el monumento a la distopía, el hotel Suitopía, con sus presuntos 13 pisos de más, subrayados por estridentes luces de neón. Se abría la barra libre de alturas que fomentó la «interpretación número 2 del PGOU». Escasos meses después, temiendo perder la ocasión de subirse al tren de las alturas ilimitadas, se presenta y aprueba, con inusitada celeridad, el Proyecto «Colossus«.

Ahora resurge, pero diferente

En el 2017 los promotores del proyecto publicaron varios publireportajes en la prensa especializada. Es inevitable remarcar las diferencias de lo que se proclamaba entonces y de lo que se proclama ahora, 5 años después. Nos encontramos con campañas de relaciones públicas que en 5 años pasan en algunos de sus conceptos de la noche al día.

La mayor diferencia se encuentra en el precio del proyecto, pasa de constar 35 millones de euros en inversión a doblar 65 millones. Un aumento incomprensible, incluso con los índices de inflación. Detrás de esto podría haber una estrategia judicial, a no ser que accidentalmente se hayan incluido los gastos de campaña del político que bendiga la primera piedra. El Alcalde durante la concesión de la licencia en 2017 fue César Sánchez, actualmente diputado nacional y portavoz de la comisión de (aberraciones contra el) Medioambiente del PP.

En 2022 las imágenes promocionales evitan colocar ninguna infografía que revele la magnitud de la aberración.

Si es que hace 5 años, por lo que se puede ver, aún estaban orgullosos de la maqueta del proyecto, y la infografía se mostraba por doquier; ahora solo se muestra el paisaje, sin el mamotreto. Comprensible. El eslogan tampoco proclama gloriosamente lo que decía en el 2017: «será el edificio más alto del municipio«, ni remarca aquello de que «Calp tiene un idilio con los gigantes hoteleros«.

Otra de las diferencias notables es la capacidad, si en 2017 albergaba 2500 congresistas, en las fanfarrias del 2022 este número se reduce a 1500. Las 606 habitaciones se mantienen. De cualquier manera, de construirse, el ayuntamiento ya podrá ir eliminando las fotos de los flamencos como reclamo turístico de su publicidad institucional. Otra cosa que cae.

Omisiones maliciosas que conviene aclarar

El globo sonda que se lanza desde los medios mercenarios ahora destaca que el proyecto apuesta por el turismo de congresos –MICE-. Que creará trabajo, traerá riqueza, y resolverá bancarrotas. Olvidan mencionar en las descripciones que se construye en la zona de afección de un humedal (que a estas alturas debiera tener acepción de parque natural) dentro de un sistema de avifauna importante, y a la cual perjudicará seriamente.

Lo que tampoco se dice del «próximo referente MICE en el Mediterráneo«, es que la playa de la Fossa, en cuya segunda línea se sitúa, está sobretenisonada en época estival. Generando el proyecto dudas sobre el confort que anuncia. La zona está saturada, incapaz ya, de suministrar servicios de calidad en temporada alta.

El contexto en el que se pretende construir es zona verde, de especial protección o dotacional municipal.

En todo momento se evita mencionar que la parcela que pretende acoger el mega proyecto está en terrenos históricamente inundables. Que la construcción tendrá un impacto negativo tanto sobre el paisaje del Parque Natural Peñón de Ifach como sobre la imagen del municipio de Calp, pero especialmente sobre el paraje de las Salinas. No es la primera vez que la errática política urbanística irrumpe impidiendo los planes de excelencia del municipio. La frustrada petición de convertir el Peñón de Ifach y su yacimiento en Patrimonio de la Humanidad descarriló precisamente por la presión urbanística.

¿Y cómo está todo ahora?

Se plantearon sinfín de recursos y quejas. Desde el Ayuntamiento alegan legalidad, normalidad y armoniosa integración paisajista. Imaginemos que a algunos les va su libertad en ello. El contencioso planteado por la Conselleria de Ordenación del Territorio a instancia de varios grupos políticos, no prospera en las primeras instancias, cabría elevarlo a Madrid y a Europa, pero desconocemos la voluntad real de ganarlo. Igual tenemos sorpresas en breve.

El actual concejal de Urbanismo no quiere saber nada del tema, afirma que «no es bueno remover el pasado», no tiene el mismo celo en remover los aledaños de un humedal y su ecosistema. El pueblo de Calp podría tener la última palabra en este asunto, en la medida quite o ponga sinvergüenzas en el poder que se presten o no a las interpretaciones urbanísticas que son tan nocivas para el medioambiente como lucrativas para algunos intereses particulares.

La felicidad de los flamencos y de otras 173 especies está en juego, y no llegará de manos de la presión ejercida por aquellos 2500 congresistas y del mamotreto que los alberga. Esto es indiscutible. La ceguera o mala práxis de la administración condescendiente, también.