ACEC

Associació Cultural Ecológista de Calp

Los pájaros del ladrillo

Que un edificio de 30 plantas haya albergado tanto un simposio contra la «contaminación visual» de las piscifactorías como la presentación de una nueva formación política, es una representación esclarecedora del cinismo de partidos que portan pájaros en su logotipo.

Por una lado tenemos las gaviotas (Larus michahellis), creyéndose dueñas del peñón a veces tan intensas que llegan a ser plaga. En época de anidación sabemos que son carroñeras, agresivas y territoriales, protegen su espacio electoral ante la intrusión de aves ajenas.  Adquieren alimento de los humanos tanto a través de la caridad como del robo. Y eso sabemos que lo hacen, tanto de forma literal como figurada, incluso llegando a apropiarse del almuerzo en los recintos escolares. Comprobamos que se enfrentan a lo público con ánimo de saqueo, realizándolo desde hace más de 20 años a través de varias subespecies populares, siempre aprovechando descuidos morales o la falta de defensas. Son longevas, convencidas de superar esas dos décadas. A la gaviota patiamarilla se le reconoce la edad cuando sus patas se tornan de color rosado.

Por otro lado, reinando sobre el lago salobre, tenemos el flamenco (Phoenicopterus Rosae). Su coloratura le ha valido ser icono del movimiento kitsch, adalid de una estética pretenciosa, pasada de moda y considerada de mal gusto. Pese a ser el primero entre pares, no deja de ser un pájaro más entre las diversas especies que se avistan. Su alimentación consiste en el fango maloliente que remueve con sus patas y de donde filtra el alimento con ese pronunciado pico que lo caracteriza. En sus fosas nasales poseen glándulas que permiten evacuar el exceso de sal. Es animal de relaciones longevas, para construir nidos o formaciones, socializan en bandos de entre tres y seis aves cercanas. El graznido contralto se suele escuchar poco, autoritario y desagradable, contrasta con melopea rosácea que se muestra en público.

Ambas aves gustan del cemento, de la regresión de derechos y del autoritarismo. En época de cortejo electoral se muestran armoniosos, amables e asertivos. Su canto nupcial es dulce y utiliza melodías que después olvidara hasta el próximo ciclo (Calpe Calpe Calpe), normalmente 4 años. Siempre buscaran anidar en la administración, donde pretenden eternizar su nidos. Para ello trataran de una construir estructuras estables y robustas, ya sea con papeletas electorales, pelo de cabra o promesas vacías.

Si bien, en estos momentos tan electorales el canto nupcial resulta ensordecedor, cínico y falto contenido, no hay que sucumbir a la dulzura con la que se emite. Conviene un poco de memoria. Hemos comprobado que, sin mucho escrúpulo, Intercambian entre ellos su huevos o crías, conceden licencias, se pagan cenas o cambian normativas urbanísticas a conveniencia.

Pese a ello, en la escena pública pretenden aparecer impolutos, imbuidos de bonhomía e intenciones nobles. Hay una explicación evolutiva obvia, no olvidemos que bajo el amparo del plumaje suave y mullido, por acción u omisión, se esconden aves de rapiña temerosos de perder un sustento que en ningún otro sitio encontrarían. El dictamen ornitológico sería ignorar las formaciones de pájaros, dejarlas en paz, evitar que prosperen, no vayamos a perpetuar una plaga insostenible, que bastante daño han hecho ya.