
12 de junio de 2025
ACEC colabora con AKTAIA y Foodrise para presentar en Niza los alarmantes resultados de una investigación que revela cómo la industria acuícola europea está contribuyendo a la inseguridad alimentaria global y la destrucción ambiental
Mientras el mundo centra su atención en los problemas de las piscifactorías de Escocia y Noruega, una realidad aún más devastadora se desarrolla silenciosamente en nuestro Mediterráneo. La Associació Cultural Ecológista de Calp (ACEC), junto con Foodrise y la alianza griega Aktaia, ha presentado hoy en la Conferencia de Océanos de las Naciones Unidas (UNOC) en Niza un informe demoledor que expone cómo la acuicultura industrial de lubina y dorada está literalmente «secuestrando» nuestros mares.
Una industria alimentada por el expolio global
Los datos del nuevo informe «Ocean Takeover» son escalofriantes: 300.000 toneladas de pescado salvaje podrían permanecer en el océano, o alternativamente, un 28% más de personas podrían alimentarse con una ración semanal de 200g de pescado si este no se destinara a engordar lubinas y doradas de cultivo.
Esta cifra desmonta por completo el argumento de la industria acuícola de que contribuye a la seguridad alimentaria mundial. La realidad es exactamente la opuesta: la acuicultura intensiva de lubina y dorada tiene un impacto negativo en la seguridad alimentaria global.
El drama humano detrás de cada filete
Las palabras de Mor Mbengue, presidente del comité de pesca artesanal de Cayar (Senegal), resuenan con una dureza que no podemos ignorar: «Antes, el mar nos hacía vivir. Desde la llegada de las fábricas de harina de pescado, todo se ha derrumbado. El pescado ha desaparecido, el aire se ha vuelto irrespirable, el agua está contaminada. Muchos se lanzan al mar, ya no para pescar, sino para huir».
La extracción masiva de peces salvajes de países de África Occidental —incluyendo Senegal, Mauritania y Gambia— para producir harina y aceite de pescado destinado a la acuicultura industrial está contribuyendo directamente al empeoramiento de la crisis de seguridad alimentaria. En 2023, la inseguridad alimentaria en la región alcanzó su máximo en 10 años.
El Mediterráneo español: un ecosistema bajo presión
Como organización valenciana que lleva décadas defendiendo nuestro litoral, desde ACEC conocemos de primera mano cómo la presión de la acuicultura intensiva está transformando irreversiblemente nuestras costas. El informe revela que el 98% de la lubina europea consumida proviene de granjas acuícolas, mientras que solo el 2% procede de la pesca tradicional.
Aunque Turquía lidera la producción mundial (44%), Grecia encabeza la Unión Europea con un crecimiento del 141% desde el cambio de siglo. Este crecimiento se alimenta, literalmente, de la extracción de enormes cantidades de peces salvajes de África Occidental y Meridional: suficiente para alimentar a casi un millón de personas al año.

Financiación pública para la destrucción privada
Lo más indignante es descubrir cómo nuestro dinero público está financiando esta destrucción. A través del Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y de Acuicultura (FEMPA) 2021-2027, Grecia recibirá 91 millones de euros para apoyar la «acuicultura sostenible». Mientras tanto, los cambios legislativos han multiplicado por 24 las áreas permitidas para acuicultura intensiva, regalando efectivamente vastas extensiones de costa a empresas privadas internacionales.
Nuestra posición desde ACEC
Desde la Associació Cultural Ecológista de Calp, llevamos años alertando sobre estos impactos. La presentación de este informe en UNOC no es solo un momento de denuncia, sino una oportunidad para exigir:
- Transparencia total en la cadena de suministro de la acuicultura mediterránea
- Moratoria inmediata a la expansión de granjas intensivas en el Mediterráneo
- Reorientación de los fondos públicos hacia prácticas pesqueras verdaderamente sostenibles
- Apoyo real a las comunidades pesqueras artesanales, tanto mediterráneas como africanas
La hora de la verdad
Natasha Hurley, directora de campañas de Foodrise, lo ha expresado con claridad: «Es hora de que sepamos de dónde viene la lubina y la dorada de nuestros platos, y el enorme coste ambiental de cada bocado».
Desde ACEC, añadimos: es hora de que dejemos de financiar con dinero público la destrucción de nuestros océanos y el empobrecimiento de comunidades enteras al otro lado del Mediterráneo.
Un llamamiento a la acción
La investigación presentada hoy demuestra de manera irrefutable que la acuicultura intensiva es una falsa solución. Como organización mediterránea, nos solidarizamos con las palabras de Fay Orfanidou de Aktaia: «Nuestros mares no están en venta. Nuestra lucha es por el futuro del Mediterráneo, y no nos rendiremos».
Invitamos a todos los socios de ACEC, a las organizaciones hermanas del Mediterráneo y a la ciudadanía en general a:
- Informarse sobre el origen del pescado que consumen
- Exigir a las administraciones públicas transparencia en la financiación de la acuicultura
- Apoyar las iniciativas de pesca sostenible y comercio justo
- Unirse a nuestra campaña por un Mediterráneo libre de acuicultura industrial
El mar que nos ha alimentado durante milenios no puede convertirse en una factoría industrial al servicio de intereses privados. El futuro de nuestras costas, de nuestras comunidades pesqueras y de la justicia alimentaria global está en juego.
ACEC: Dos décadas de resistencia desde Calpe
El informe «Ocean Takeover» incluye un testimonio detallado de la lucha de ACEC, representada por Marco Bittner, concejal de Calpe y presidente de nuestra asociación, quien ha documentado cómo lo que comenzó en 2001 como un «proyecto inofensivo» de 12 jaulas marinas gigantes se ha convertido en una amenaza existencial para nuestro municipio costero.
Los números hablan por sí solos: La empresa Avramar planea expandir sus instalaciones a 45 jaulas, aumentando la producción 14 veces. En una localidad donde el 70% de la economía depende del turismo, un estudio de impacto económico de 2023 estima pérdidas totales de entre 83 y 911 millones de euros debido a los efectos sobre el sector turístico: 10 veces mayor que el posible impacto económico positivo de la expansión.
Pero el daño va más allá de lo económico. Solo en 2024, más de 40.000 peces de cultivo escaparon de las granjas de Avramar en Calpe, Villajoyosa y Campello, amenazando las poblaciones nativas de lubina y dorada a través del cruce genético y alterando los ecosistemas locales.
Desde ACEC continuamos nuestra resistencia a través de protestas, acciones directas, investigación y recursos legales. Nuestra lucha es también la de todas las comunidades mediterráneas que se enfrentan a esta industria extractiva.
Para más información sobre esta campaña, contacta con ACEC o consulta el informe completo «Ocean Takeover» disponible en foodrise.org.uk
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