ACEC

Associació Cultural Ecológista de Calp

Exponiendo el Patriotismo calpino

Tras el sueño calpino del dinero fácil, la tierra de oportunidades y el progreso personal muchas veces se esconden conductas corruptas perpetradas por promotores de apariencia honorable que entran y salen del Ayuntamiento como si fuera su casa.

Es lo que tienen las promociones en primera línea, que los vertidos van al mar. No parece importarles a las autoridades, no vayan a meterse en líos con los «respetables» constructores calpinos.

Nos llega otra foto denuncia más. Los vecinos de Calp están más activos que nunca, el hartazgo es palpable. La certeza que tras las promesas de prosperidad y las leyendas familiares de empresarios hechos a si mismo muchas veces se esconde la impunidad de la economía de «amiguetes» consolidada tras años de gobiernos populares.

El Patriotismo calpino y el cumplimiento de la ley.

Un hecho tan sencillo como desbocar agua a la vía pública ya se contempla como infracción urbanística, añadimos delito medioambiental, si encima se vierte al mar, a una cala que figura en nuestra oferta turística, se complica el asunto. Pero no para «ellos».

Desconocemos como se ha llegado a esta impunidad en la infracción, el incumplimiento sistemático y la flexibilidad interpretativa por parte de los poderes públicos. ¿Serán los jamones que envían a los departamentos municipales? ¿Serán los vínculos familiares con concejales del PP?

Vertidos con restos de obra a la vía pública y de ahí al mar, que está al lado. Las promociones en primera línea son tan lucrativas que la rapidez por acabar se recompensa, las multas, si las hubiera, se asumen sin mayor molestia.

No es el hecho de verter residuos de obra a la calle, al mar. Es el hecho de hacerlo sin ocultarse, de saberse protegidos en caso de denuncia. Calp ha recorrido la senda de la corrupción durante demasiado tiempo. La ley ya sólo es un trozo de barro que se moldea a gusto del promotor, con la connivencia de técnicos y políticos. El interés general, un abstracto desconocido que ante los intereses pecuniarios y concretos siempre sale vencido.

Si los vertidos fueran de un vecino calpino, extranjero, sin vinculaciones familiares con la élite del ayuntamiento, le esperaría un jugoso expediente sancionador de 300 a 600 euros por vaciar su piscina al alcantarillado.

Los habitantes del municipio de Calp deberían reflexionar sobre el modelo de ciudad que quieren. Tolerar los desmanes de aquellos que entran y salen del Ayuntamiento como si fuera su casa tarde o temprano traerá consecuencias. A los oriundos no parece importarles, lo llevan viendo toda su vida- Ni dictadura ni leches, con Franco se viva de maravilla-.

Cómo vamos a tener conciencia de la emergencia climática si ni la ley más básica se está cumpliendo. Las actitudes que aquí denunciamos son tan reprochables como peligrosas. Explican a la perfección el estado actual del municipio a la vez que nos advierten de lo que puede llegar a suceder si no le podemos fin. El caso del Mar Menor es un ejemplo cercano de cómo la corrupción organizada entre empresarios, políticos y técnicos llega a culminar en una catástrofe ecológica con profundas consecuencias en la industria turística.